Esperanza en medio de la emergencia

Queridos hermanos y hermanas en la Provincia:

 

En un abrir y cerrar de ojos nuestro panorama mundial y centroamericano ha cambiado. No es asunto de película, el “mundo viral” debido al Covid-19 es una realidad que nos ha llegado más rápido de lo que esperábamos.

 

En unos países nos ha obligado a hacer un alto en el camino de nuestros pueblos, en otras naciones actitudes negligentes o providencialistas ante una pandemia que ha transformado el planeta en estado de emergencia. Esto nos proyecta unos meses difíciles para el desarrollo y bienestar del mundo.

 

Tampoco es asunto de leyenda. Aunque hemos leído y estudiado cómo estos fenómenos virales han afectado el mundo, las sociedades y la Iglesia en otros tiempos, jamás imaginamos que en nuestro siglo XXI lo viviríamos en carne propia. En cuestión de días los horarios laborales, la supresión de acciones litúrgicas y pastorales, la cancelación del comercio y todo lo que ello implica, nos ha llevado a un mundo de prevención manifestado en mascarillas, distancias y enclaustramiento. Evidentemente la “saturación” de visiones religiosas erróneas o la pandemia de anuncios comerciales que invitan al consumo de productos curativos que prometen sanar todos los males. Estas opciones “milagrosas” aparecen constantemente aprovechándose de la coyuntura actual junto al consumo de paquetes de internet para hacer menos cansino este tiempo de encierro.

 

En todos los países donde la Orden está presente, los Superiores mayores de las entidades evidenciamos la misma realidad de manera simultánea. Esta nueva situación ha obligado a la sociedad a «volver a casa», a encontrarnos y distanciarnos por el cuido mutuo.

 

En mi reflexión personal y al estar rodeado de un mundo de edificios familiares me pregunto durante este tiempo de cuarentena ¿Qué será de las familias en espacios cada vez más reducidos donde obligatoriamente tienen que vivir en este periodo de contención la creatividad, la convivencia y la comunicación? ¿Cómo vivirán internamente esta situación los niños, jóvenes, los adultos, las parejas? Humanamente hablando considero que esta crisis, también nos interpela esta realidad para la vida fraterna y comunitaria.

 

En este tiempo de Cuaresma y ante la situación anteriormente descrita, Dios nos habla en medio de estas circunstancias y nos invita a ser caminantes en la esperanza. No hay duda, es un tiempo de prueba, pero debe ser un tiempo para volver a vernos como religiosos y hermanos de la humanidad de otra manera.

 

Paradójicamente debe ser un tiempo de gracia y de crecimiento, de astucia e inteligencia. Esta crisis es tiempo de llamado y de aprendizajes, aunque parezca algo muy personal, deseo compartirles algunos de ellos.:

 

  • He comprendido que no somos el centro del mundo, sino que el mundo gira y grita más allá de nuestros mundos conventuales.

 

  • He aprendido a valorar a quienes colaboran con nuestra misión, más allá de una relación laboral o salarial, cuando ahora realizo con mis manos lo que ellos realizan invisible y diariamente.

 

  • He considerado que mis coordenadas de tiempo y mis planes están sujetas a cambios mas allá de mis planes y expectativas.

 

  • He percibido que la fe y la pastoral en estos medios tecnológicos me piden astucia, creatividad e inteligencia en la predicación ante múltiples voces religiosas que se presentan como ofertas redentoras y pesimistas de muy poco valor.

 

…y sin duda debo o debemos seguir aprendiendo de esta realidad que se nos lanza e impone social, comunitaria y pastoralmente. Sería muy interesante escribirlo en un próximo IDEC ¿Qué nos espera o depara en los meses siguientes? La Orden ha pasado estas situaciones a lo largo de su historia, somos hijos de Domingo, quien nos ofrece su admirable esperanza, pero también somos hijos de este mundo y no cabe duda, que junto a la humanidad aprenderemos a ser humildes y solidarios en este momento que aqueja a nuestra historia vulnerada. Dios debe hacer Pascua en nosotros.

 

Agradezco a los priores y superiores su fraterna comunicación, la solidaridad entre casas en una misma nación, y que este tiempo sea de verdadero encuentro y subsidiariadad en nuestros espacios, colaboradores y obras a nosotros confiadas.

 

Que seamos una verdadera comunidad gozosa y pascual que consuele y acompañe al nuestra dolorosa humanidad.

 

Con aprecio fraterno, un abrazo en el Señor Resucitado.

Fraternalmente,

Carlos Antonio Cáceres Pereira, OP

Prior Provincial.

Prot. 2/20/137/708

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